Aquí y allá reaparecen
supuestos animales extintos.
Se murmura del regreso de las ranas doradas
y la resurrección de las abejas.
Nadie aquí, nadie allá los persigue… ¡Nadie!
Miles de especies
celebran el silencio de las calles,
la ausencia de vehículos y voces.
No roncan motores… ¡No hay nadie!
Bandadas de cóndores
gallitos de roca y guacamayas
tiñen los azules infinitos.
Nadie ensucia su aire… ¡Nadie!
Pangolines, osos, pumas, y zorros
han retomado bosques, pueblos y ciudades.
No hay nadie… ¡Nadie!
El Kilimanjaro no puede creerlo
leones, elefantes, hienas y jirafas
alborozan las praderas ausentes de extraños.
Nadie los escudriña, nadie los obstruye… ¡Nadie!
Atónitos venecianos ven desde sus alféizares
delfines retozando al frente de San Marcos
y canales relucientes con
cardúmenes de peces y de rayas
No hay góndolas ni muchedumbres… ¡Nadie!
Hasta los monasterios nipones
abrazados de incienso
se han poblado de venados.
Nadie rasga su sagrado silencio… ¡Nadie!
El mundo en cuarentena
acaricia su piel en amplia mejoría,
respira profundo y promete enmendarse.
Nadie, cumplirá lo prometido… ¡Nadie!