La escurridiza mariamulata
se posa en su territorio
ese que tú entre le arrebataste a su vuelo
escondida entre las palmas
observa el ritual del café que te acompaña
Te observa y te seduce
bate su cola y salta recorriendo a zancadillas
lo que su memoria le indica
Sabe que tu mutismo no es encantamiento
que es resignación
Sabe que tendrá que alojarte
que compartirá tu sueño
y que su tiquitac menudo sobre las escalas
será en adelante la nota húmeda de tus ojos
que a diario se encontrarán con los suyos
recordándote que ella volvió para sembrarse
en ese paraíso suyo donde te alojas
La escurridiza mariamulata es el rugir del mar
es la colina desde donde salta el tío
es el fuego de tu piel tostada por el sol
es la tinta que corre en tus poemas
es el óleo que humedece tus creaciones
es la presencia de vida
que desde el lustroso negro de sus plumas te regala