Quisiera encontrar
un cielo huérfano
de rascacielos.
(Sin bancos extranjeros)
Ser hallada
entre arbustos
de romero.
Sorprendida
por el idioma
del verde.
Quisiera tener
nombre de ave
para dormir
entre los brazos
de un cedro.
Quisiera encontrar
un cielo huérfano
de rascacielos.
(Sin bancos extranjeros)
Ser hallada
entre arbustos
de romero.
Sorprendida
por el idioma
del verde.
Quisiera tener
nombre de ave
para dormir
entre los brazos
de un cedro.
Si las piedras hablaran
perderían
el embrujo elemental
de su silencio
aquel cifrado enigma
urdido con paciencia
por el tiempo.
Si las piedras hablaran
¿quién iría a contarle
a nuestros huesos
la historia de la tierra
que los guarda?
Tomo del suelo toda su agua –vino de tierra- y la bebo.
Soy árbol, soy flor.
Mis ramas el cielo cubren y todo me afecta.
Miro, palpo y lloro… los recuerdos.
Me veo en la fotografía de una promesa de urbe,
Al borde de amplias calles que hoy no existen,
ecos de mansiones, carruajes y señores.
Mis lágrimas me riegan,
mi propia sal me nutre.
Soy corteza dura, sangre blanca en mis conductos,
las hormigas me recorren.
Soy testigo de una insolencia que no muere,
la moderna arrogancia que me desprecia
Tomo del aire su infinita ambrosía y me arrullo.
Mis raíces ya no se extienden, trato de desprenderme.
En mi frondosa alma me veo creciendo, creciendo,
hacia el vasto jardín de la muerte.
Amanece y el calor matutino avisa
la llegada de un invierno esquivo
que por hacerse rogar
petrifica la vida.
Yo la garza blanca
Guerrera por siglos
de muchas batallas
No consigo un hogar
para dejar mis crías
Tal vez es hora
de borrar mi nombre
tal vez debo aceptar
que este ya no es mi tiempo
tal vez estuve de paso
y mi otrora gloria
es asunto pasado
Esta es la historia de una hermosa chica, con un inesperado final.
Ashley vivía en una linda residencia en una cálida ciudad, era la abeja reina de sus amigas: Susan, una morena de cabello oscuro quien adoraba las plantas y estaba convencida de que en la vida todo vuelve, y Lana, conocida por sus hermosos dibujos. Por alguna razón ambas competían por su atención, aunque en el fondo no le tuvieran mucho aprecio, cosa que a Ashley le encantaba.
Cada tarde después de la escuela, Ashley junto a sus amigas salían a pasear y jugar un rato, aunque generalmente la que más se divertía era Ashley porque siempre conseguía persuadir a las chicas para hacer las cosas que ella quería. Algo que nunca podía faltar en sus aventuras eran los caramelos de miel, a donde sea que fuera Ashley siempre los llevaba y tenía la desagradable costumbre de dejar las envolturas en cualquier lugar u obligar a una de las chicas a guardarlas en sus bolsillos.
Esa tarde Ashley decidió llevar a sus amigas a un nuevo lugar cerca del bosque al que siempre iba en secreto. Antes de salir recogió su cabello rubio en una coleta alta y tomó su mochila en la que metió sus caramelos de miel y un libro que le había tomado prestado a su hermana mayor. Saliendo de casa se encontró con las chicas que al verla se acercaron.
-Hoy iremos a un lugar nuevo, solo yo voy allí, pero he decidido mostrárselos- dijo Ashley sonriendo- Adelante, pueden sentirse honradas, niñas.
-Espero que no esté muy lejos, debo volver a casa antes de las siete o mis padres me castigarán- respondió Susan, ya antes había llegado tarde por acompañar a su amiga y no le hacía mucha gracia que la regañaran.
-Siempre haces lo que ellos dicen, eres su hija no su perro, díselo Lana.
-Será divertido, seguramente no está tan lejos- Lana solo lo dijo porque no quería ponerse en contra de Ashley, a decir verdad ella tampoco quería llegar tarde.
-Nos vamos.- informó Ashley mientras acomodaba el libro de su hermana en la mochila.
-¿Ese libro es tuyo?- preguntó Lana- Le dije a mamá que lo quería, pero dijo que aún era muy pequeña.
-Tiene razón, no lo entenderías- contestó Ashley a pesar de que ambas cumplieron trece el mes pasado.
Cuando llevaban un rato caminando por el bosque, Susan empezó a querer volver, así que le dijo a Ashley que tal vez era hora de regresar pero ella se negó. Unos minutos después Susan sintió que pisaba algo extraño y ruidoso, eran las envolturas de los caramelos de miel.
-Deberías dejar de botar tu basura en cualquier lugar.
-Y tú deberías dejar de decir cosas que a nadie le importan.
-Ya no quiero seguir, me voy a casa.
-Perfecto, entonces solo Lana conocerá mi lugar secreto, sabía que no durarías ni veinte minutos con nosotras.
Susan no quería dejar a su amiga pero tampoco quería que le llamaran la atención, antes de irse le dijo a Lana:
-Tú también deberías venir, es tarde, sé que quieres volver.
-Genial, otra cobarde- atacó Ashley – Si quieren irse bien, pero no vuelvan a hablarme.
Mientras Ashley se alejaba las chicas empezaron a sentirse mal por dejarla, pero ya habían discutido así antes y estaban seguras de que se le pasaría por la mañana, así que se marcharon a casa.
Ashley había estado viniendo al lugar secreto (que en realidad no era más que un pozo seco rodeado de flores) desde el año anterior, sus padres no la tenían vigilada así que era muy fácil salir de casa para ir allí a comer sus caramelos. Después de terminarlos todos, arrojó las envolturas al pozo como siempre, pero el viento hizo que estas volaran hacia su cara y en un intento por quitárselas se movió hacia atrás y cayó al pozo. Contrario a lo que imaginó, su cuerpo aterrizó sobre algo suave y se dio cuenta de que eran las envolturas de todos sus caramelos. La chica empezó a gritar pero sus amigas ya iban lejos. Se sentía hambrienta pues no había almorzado. Las horas pasaron y nadie venía por ella, llegó la noche…
Las horas seguían pasando y la chica estaba desesperada, ya ni podía pensar bien. De repente, comenzó a oír murmullos, gritó pensando que venían de arriba pero luego sintió algo moverse en su pierna.
-Si sabes que nadie va a oírte ¿cierto? Este lugar lleva años abandonado- para su sorpresa quien le hablaba era una de las envolturas.
-¡Por Dios, ya perdí la cabeza!- exclamó frustrada.
-Es posible, pero eso no cambia el hecho de que nadie sabe dónde estás, botaste a tus amigas y ahora estás sola-dijo otra envoltura.
Luego, todas las envolturas empezaron a susurrar:
-Nadie vendrá por ti.
-Estás sola.
-Vas a morir aquí como nosotras.
-Nos desechaste en el lugar incorrecto y ahora debes pagar, linda.
Ashley les gritaba que se detuvieran pero los murmullos solo se hacían más fuertes, ella siguió gritando y rogando hasta que se quedó sin fuerzas y poco a poco fue cerrando sus ojos mientras las envolturas seguían acusándola.
*******
-¡Veo algo! ¡Traigan el equipo!
-¡Todos a un lado! Pon a la niña en la camilla.
-¿Signos vitales?
Alejadas de los paramédicos sus amigas susurraban:
-Sabía que no era buena idea venir aquí.
-Al final su propia basura la consumió.
Como era de costumbre, Franklin salió una mañana para ir al colegio. Era martes, el día estaba muy despejado y una agradable brisa soplaba, haciendo sonar las hojas secas y crujir las ramas de los árboles. Al pasar por delante de la casa de su vecino, se encontró con una desagradable sorpresa. Un montón de basura rebosando del cubo y sin intención de que nadie la recogiese. La empresa de aseo pasaba los lunes, miércoles y viernes, de manera que la noche anterior había pasado. Había un montón de moscas alrededor de la basura y Franklin entendió en ese momento lo que había estado observando durante las semanas anteriores: una plaga de ratones había aparecido en el vecindario sin que nadie encontrase razón aparente. Y ni se diga de tan mal olor que dañaba la deliciosa mañana que estaba antes de eso disfrutando.
A todos les parecía muy raro, porque todas las personas que Vivian por allí eran muy responsables. Recogían la basura cada día y la llevaban al contenedor de la entrada de la urbanización cada noche antes de que pasase el camión. excepto ese vecino que no se preocupaba y que no entendía que no vivía solo, sino en comunidad. Siempre hay que recordar que mis derechos terminan donde comienzan a afectar los derechos de los demás, hay que saber vivir en comunidad.
Otro día, Franklin se encontró un gran charco de aceite del coche de su vecino en mitad del patio y, en otra ocasión, unas botellas vacías que había dejado sin llevar al cubo del reciclaje. Ya eran más frecuentes estas acciones, que todos notaban y no les gustaba para nada dicha actitud.
Franklin acabó perdiendo la paciencia y planeó su venganza, para darle un escarmiento al vecino y dejara de estar contaminando. Una noche, con mucha cautela vació su papelera junto a la puerta del vecino. Este, en vez de cambiar su comportamiento, empezó a hacer las cosas aún peor, enfurecido por la basura que le estaban colocando ahora en su espacio. ¿Y es que el que la hace, no le gusta ver que se la hagan!.
Fue entonces cuando el señor, bajaba a la piscina comunitaria y lo dejaba todo lleno de cascos de pipas, sacudía las alfombras en las zonas comunes y nunca limpiaba las cacas de su perro cuando lo sacaba a pasear al jardín. En todos lados encontrabas una huella que indicaba que el muy inescrupuloso pasó por allí.
Franklin pronto se dio cuenta de que no servía de nada ponerse al mismo nivel que una persona que se comportaba de ese modo, ¡no valía la pena! Pensó que lo mejor era charlar tranquilamente e intentar que entendiese las cosas. Así que un día lo invitó a merendar a su casa con su familia. Le sorprendió mucho lo agradable que era aquel hombre que hasta ese momento le había levantado tantos dolores de cabeza. En la mesa, de ves en cuando hacia reír con sus anécdotas y chistes, parecía otra persona.
Su mujer, que le había acompañado a la merienda, le explicó que lo que le pasaba a su vecino es que sufría de grandes pérdidas de memoria. Hacía unos años había tenido un accidente que le había dejado secuelas. Por eso se olvidaba de sacar la basura o de limpiar el aceite del coche. Era difícil de creer, pero era la explicación más lógica a tanta irresponsabilidad con el ambiente e irrespeto con sus vecinos.
De este modo, Franklin se dió cuenta de que todo había sido un malentendido y de que, si desde un principio hubiesen hablado de forma clara en vez de juzgar las malas intenciones de su vecino, habrían solucionado las cosas de una forma muy simple. Al final, aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos y siempre se ayudaban el uno al otro a sacar la basura, a barrer las hojas secas del jardín o a sacar a pasear a los perros.
A un metro bajo el mar la caracola vislumbra la playa
y se aproxima a encallar.
A 10 metros bajo el mar un salmón muere
después de vencer la corriente y depositar su semilla.
A 100 metros bajo el mar
los atunes emprenden su partida hacia las aguas tibias
A 1000 metros bajo el mar
el delfín se prepara para subir y saltar.
A imprecisos metros la fragilidad humana se ahoga.
Cada quien con su destino y a su hondura…
Un gran volumen de mí debe ir a las profundidades
para poder seguir a flote.
Hace mucho tiempo en un reino llamado Girasol existía un lago muy enorme llamado el lago “Espejo” ya que cuando las personas que vivían en ese reino se acercaban a este, podían reflejarse en él. Resulta que un día unos pobladores que vivián en el reino comenzaron a tirar todas las cosas que ya no utilizaban, desde sus vasijas hasta la ropa, contaminando el agua y la bonita vista que daba el lago desde el castillo del rey. Razón por la cual todas las personas del reino comenzaron a enfermarse y llenarse de alergias por beber el agua contaminada del lago espejo.
La princesa, hija del rey, llamada Flor, le gustaba mucho bañarse en el lago, pero desde ese día, que comenzó a ser contaminado el lago, ella también sufrió de todas esas enfermedades, que causaban que su piel le picara mucho. Pero nadie, ni siquiera el rey que era la máxima autoridad del reino busco la forma de descontaminar el lago porque no sabían cómo.
La princesa angustiada por que su lago favorito estaba sucio, decidió ir a donde un mago llamado Benjamín, que era muy bueno en resolver problemas y muy amable para preguntarle la forma de recuperar la belleza y esplendor que el lago Espejo tenía antes.
El mago escucho atentamente a la princesa y le dijo:
—Para que el lago vuelva a recuperar su hermosura tienes que enseñarle el valor del agua a tus pobladores, ya que el agua es todo para nosotros. Es vida y es salud. El lago no se ha ensuciado solo, las mismas personas que habitan este reino lo han hecho y es deber de todos cuidar lo que tenemos—Le murmuró—Aparte de esto, tienes que pedirles a todos ellos que recojan cada una de las cosas que arrojaron al lago y busquen una manera de volver a utilizarlas, o desecharlas en lugar en donde no le cause problemas ni a ellos ni a la naturaleza, mi princesa.
La princesa Flor asintió a cada una de las cosas dichas por el mago y sin esperar mas tiempo decidió poner en marcha un plan para que el agua del lago volviera a reflejar a cada una de las personas que se vieran en él, así que ese mismo día, decidió hacer un anuncio importante pidiéndole a todas las personas del reino que se congregaran en la plaza principal.
—He ido con el mago, y me ha informado que todo lo que ha sucedido con el lago ha sido culpa nuestra. El deber del ser humano es cuidar de las cosas que le rodean y si continuamos arrojando cosas al lago, este continuara sucio y no podremos utilizarlo de la misma forma que antes. —Expresó la princesa. —Así que, por orden mía y de mi padre todos iremos ahora misma al lago para limpiarlo.
—¡SI, PRINCESA! —Gritaron todos, desde niños hasta ancianos.
Todas las personas del pueblo, junto al rey y la princesa se fueron al enorme lago. El agua cristalina que antes esta tenía ahora era de color marrón. Ni los pececitos que vivián en este se podían ver, y olía muy feo.
—¡Que feo está el lago! —Dijo un ancianito—¡Pero con nuestro trabajo será tan bonito como antes!
Todas las personas, sin excepción alguna comenzaron a meterse al lago y sacar cada uno de los objetos que lo contaminaban. ¡Había tantas cosas! Desde sombreros hasta ropa ¡El lago estaba muy, pero muy sucio! Aquella tarea llevo muchos días, a tal punto que se demoraron un mes en sacar cada una las cosas que el lago contenía.
—Que fácil es arrojar las cosas pero que difícil es recogerlas—Murmuró un niñito. Pero poco a poco las personas notaron como el agua cambiaba y recuperaba su transparencia originaria.
La princesa flor y él rey también ayudaron. Todos unidos, con mucho esfuerzo lograron que el lago Espejo recobrara su belleza y vitalidad como antes. Y con las cosas que sacaron del lago, el mago Benjamín realizó un hechizo y las convirtió en un enorme barco de madera para que todas las personas pudieran subir en el y pasear sobre el lago.
Desde ese día, el lago Espejo recobro toda su belleza, cada una de las personas que vivían en el reino prometieron que más nunca volverían a contaminar el lago, ni ningún rio. Ya que cada una de las cosas que nos rodean son importantes.
El agua es vida, el agua es salud, y es deber de nosotros cuidar el medio ambiente.
Fin.