Cuenta mi abuelo que desde hace muchos años nuestra familia era una de
las defensoras de la naturaleza.
Mi abuelo siempre ha dicho que el tiempo pasado fue mejor, y en muchas ocasiones pensé qué quería decir., pero después comprendí de que estaba hablando y fue así como decidí preguntárselo; y no saben la historia tan mágica que me conto, tan mágica que hoy quiero compartírsela.
De generación en generación mis ancestros se encargaban del cuidado de los campos, cuidado del agua e impedían la contaminación, cuidando el medio ambiente no permitían que se arrojara basura a los lagos, riachuelos, quebradas; usaban todos los recursos de la naturaleza; mi madre cuenta que el abuelo trabajaba desde muy temprano en los campos bajo esa neblina gris y fría pero lo que más recuerda es trabajar con los animales ordeñando las vacas, sacar la leche al pueblo, a las veredas para vender a la comunidad; por las tardes recorría los potreros a caballo pastoreando el ganado, las ovejas y sus crías era una labor que también le fascinaba porque los animales escuchaban su voz con su cantar y corrían hacia las pesebreras y corrales para pasar su noche.
Mi abuelo siempre fue un hombre trabajador, dedicado a las labores del campo, todas las mañanas se despertaba con el canto melodioso de los pajaritos para emprender su ardua tarea, arando su parcela de legumbres, consintiendo a panchita su vaca favorita para que le diera más litros de leche, y alimentando a Rogelio el gallo del gallinero que se encargaba de cuidar a toda su comarca de gallinas, que con su alegre cloá cloá anunciaban unos blancos huevos deliciosos al paladar.
Cada día era una experiencia maravillosa, que se resumía según mi abuelo en el poder respirar aire puro, contemplar las aguas cristalinas de una vieja quebrada que atravesaba su parcela y que era el hogar de cientos de pescados, renacuajos y grillos cantadores, claro todo adornado de un colchón de espesos bosques que acogían a mi abuelo y lo protegían de la luz brillante del sol. — Todas las noches hacían fogatas y al rededor se juntaban los trabajadores hijos y hermanos a escuchar sus cuentos de terror y disfrutar de la cacería de animales.
De esas noches frescas y oscuras llenas de miedo, mi abuelo relataba que en un pueblo muy cercano había muchas brujas que asustaban a la mayoría de los habitantes, con estas historias nos entreteníamos y disfrutábamos de una reunión familiar amena y de mucha felicidad.
También cuenta mi abuelo que su pá siempre le inculco lo importante de ser agradecido con la madre tierra, y este mismo legado él lo trasmitió a sus hijos, desde la yerba más fina hasta el árbol más fuerte debemos cuidar; entonces le pregunte ¿Abuelito y como hacían para cuidar y conservar la naturaleza, el agua, el aire, los bosques?, entonces mi abuelo me sentó en su regazo y me dijo: pon mucho cuidado… en mis tiempos no existían esos camiones que recogen la basura, ni las personas que barren las calles, ni mucho menos había máquinas para tratar el agua que salía de las casas, nosotros simplemente usábamos las cascaras de todas las frutas y verduras para abonar nuestra huerta, y así teníamos el mejor abono natural que tú te puedas imaginar, sin químicos y todas esas componentes que hoy en día le hacen tanto daño a la tierra, jamás arrojábamos basura a la cañada, porque de ahí era que recogíamos el agua para tomar, y ahí de que mi pá se diera cuenta que estábamos ensuciando la cañada y una buena pela nos daba, y sabes mi Gaby todo era más fácil, nuestra vajilla más bonita era totumas y nuestras ollas eran de barro, y todo el desperdicio que salía de nuestra casa lo reutilizábamos para darle de comer a panchita te acuerdas la marranita que tanto querías, Aurelio el chivo se comía las cascaras de plátano, así que todo era muy natural; en la escuela la maestra Modesta nos enseñó a plantar árboles para poder respirar aire puro, y nos decía que las raíces de los arboles eran como purificadores del agua, de aquellos yacimientos que había cuesta arriba por la vereda donde vivíamos.
Por ello dice mi abuelo que, aunque él sabe que todo siempre vive cambiando, nunca se imaginó que la vida de hoy en día fuera tan distinta, se entristece mi abuelito al ver los ríos contaminados, los bosques secándose, los peces muriendo y la indiferencia de las mismas personas.
Así que mi Gaby como vez la vida ha cambiado, y hoy hay muchos aparatos modernos, pero lo más triste es que las personas también han cambiado; y han olvidado que de la tierra venimos y a la tierra volveremos.
Me quede pensando en todo lo que me conto…. Mi abuelo y pienso; hoy solo tenemos un bosque de cemento, bañado de plástico, contaminación, intolerancia y desinterés. Quisiera que esto fuera un cuento, un cuento de mi imaginación, pero es la realidad de mi ayer, de mi hoy y mi mañana.
Solo quiero poder correr en la estepa frondosa de la pradera como lo hacía antes cuando iba a visitar a mi abuelo, quiero recoger los frutos de la huerta de la abuela Carmen, respirar aire puro, saltar, reír, soñar, imaginar que es tan solo una pesadilla, de esas que nos dan cuando nos leen cuentos de terror antes de ir a la cama; y anhelar para que todos entendamos y comprendamos que tu planeta es mi planeta.
Y en medio de tantos pensamientos se me ocurre y que tal si empezamos desde casa, reciclando, nuestra basura, reciclando el agua que usa mi mama en la lavadora, y si en vez de ir por la calle arrojando la basura del dulce que me comí…por cierto me gustan los chocolates… me lo guardo en el bolsillo, y si plantamos un árbol en el patio de nuestra casa y si dejamos de comprar tanto plástico, si reutilizamos lo que se puede reutilizar y desechamos lo que no, y si cambiamos nuestra actitud y si simplemente te pido a ti…si a ti, él que está leyendo estas cortas líneas, que te subas conmigo a este carrusel de mágicas aventuras, dame tu mano y cierra tus ojos que el nuevo día empieza desde hoy, y si ya te subiste maravilloso; estoy segura que en la próxima parada más amigos se subirán, este es mi cuento, es mi historia, es mi sueño, es mi sentir, mi vivir, es lo que soy y lo que anhelo.