¡Hola! Mi nombre es Raúl y un día me pasó algo muy raro, muchos no me lo van a creer, pero les aseguro que es una historia muy bonita, esta es mi historia con un buen amigo.
Todo comenzó un día que estaba en mi casa aburrido, y de repente mis amigos me llamaron para salir a jugar al parque, le pedí permiso a mi madre y ella aceptó.
Cuando iba camino al parque junto con mis amigos empezamos a hablar de todo. Llegamos y empezamos a jugar por todo el parque, saltamos, corrimos, hasta hicimos acrobacias. Mi amigo Donald había llevado una mochila con un montón de comida y dulces para merendar; pero al terminar de comer dejamos todos los desperdicios regados sin arrojarlos a la basura, simplemente seguimos hablando. Al final de la tarde mis amigos se fueron despidiendo uno por uno y al darme cuenta, estaba completamente solo, vi toda la basura en el piso pero no le di importancia para recogerla, pasaron más de dos minutos sentado, estaba por irme casa cuando de repente escuché unos pasos detrás de mí, miré hacia atrás, pero no vi a nadie, solo unos árboles muy grandes, seguí caminando y nuevamente volví a escuchar los pasos, pero esta vez más cerca. Salí corriendo un poco asustado y me escondí detrás de un árbol, éste era más pequeño que los demás, pero aun así me pude refugiar detrás de él, estaba muy aturdido, después de un rato todo quedó en silencio, y aunque seguía con temor ya estaba oscureciendo y debía volver a casa… eché a correr sin mirar atrás, pero choqué con un gran árbol, desperté estaba en mi cama, no sabía que había ocurrido, imaginé que todo había sido un mal sueño.
Me levanté de la cama y me asomé a la ventana, ya era de noche, a lo lejos vi a un árbol sacudirse, no había tanto viento, todo estaba solo, nadie lo estaba sacudiendo, pero no le presté atención, volví a mi cama, cerré los ojos y de repente escuché a alguien tocar mi ventana, me asusté ya que no vi a nadie, pero cuando me asomé nuevamente a la ventana el árbol de antes ya no estaba, me quedé sorprendido, miré en otra dirección y vi nuevamente al gran árbol pero esta vez parecía estar más cerca de mi ventana, lo miré fijamente y noté que tenía unos grandes ojos verdes, seguía confundido, no sabía si era un sueño o estaba despierto; el gran árbol se acercaba cada vez más a mi ventana, me miraba fijamente y sin pestañar; mientras lo que fuera se acercaba a mí, me observaba fijamente con una mirada hipnotizante y en ese preciso momento, parpadeó. Caí encima de mi lámpara, estaba tan asustado y confundido que empecé a gritar, el árbol movió una de sus ramas que parecía un brazo e hizo un gesto, en lo que sería su boca, en señal que debía callarme. Tomó una de sus hojas y escribió su nombre, “Kevin” y empezó a contarme su historia, me dijo que estaba triste y cansado porque la gente contaminaba su hogar, entre esos mis amigos y yo, pude entenderlo, me comprometí con limpiar el parque, pero me advirtió que debía ser rápido, ya que entre más tiempo pasara contaminado, empezaría a marchitarse. Al día siguiente me levanté temprano, tomé una bolsa de basura, invité a mis amigos y fuimos corriendo al parque, empezamos a recoger toda la basura que dejamos el día anterior, Kevin nos miraba y sonreía; terminamos todos felices por limpiar el lugar y prometí que trabajaría por mantenerlo lindo y limpio.
Así transcurrió el tiempo, hasta que un día fui a buscarlo, como de costumbre, pero esta vez estaba lleno de rasguños y una gran parte de su tronco estaba partido en la mitad, él se veía muy triste, me dijo que unas personas empezaron a talarlo, al igual que a varios de su especie. Como última voluntad me dijo que yo podía ayudar a salvar parte de lo que quedaba de él, extendió una de sus pocas ramas que le quedaban y me dio unas semillas, me dijo que debía plantarlas en algún lugar y cuidar de ellas para que crecieran igual que él.
Nos despedimos con un abrazo y le juré que siempre plantaría un árbol.
Finalmente Kevin cerró sus ojos y dejó de escribir su historia en sus hojas. Me quedé muy triste, pero sabía que necesitaba plantar muchas semillas para que haya más especies extraordinarias al igual que Kevin.
Desde entonces, aprendí a cuidar a los árboles, a recoger y a no tirar basura al suelo, y ahora soy amigo de muchos árboles quienes están muy agradecidos.
Llevo la voz de Kevin a todos mis amigos, para que ellos también cuiden de los pulmones de nuestro planeta.
Los Arboles.
Nunca olvidaré la gran lección y el buen legado que me dio mi amigo Kevin el árbol.