Tomo del suelo toda su agua –vino de tierra- y la bebo.
Soy árbol, soy flor.
Mis ramas el cielo cubren y todo me afecta.
Miro, palpo y lloro… los recuerdos.
Me veo en la fotografía de una promesa de urbe,
Al borde de amplias calles que hoy no existen,
ecos de mansiones, carruajes y señores.
Mis lágrimas me riegan,
mi propia sal me nutre.
Soy corteza dura, sangre blanca en mis conductos,
las hormigas me recorren.
Soy testigo de una insolencia que no muere,
la moderna arrogancia que me desprecia
Tomo del aire su infinita ambrosía y me arrullo.
Mis raíces ya no se extienden, trato de desprenderme.
En mi frondosa alma me veo creciendo, creciendo,
hacia el vasto jardín de la muerte.
Archivo del autor: Rosa Herrera Bossio
DENSIDAD
A un metro bajo el mar la caracola vislumbra la playa
y se aproxima a encallar.
A 10 metros bajo el mar un salmón muere
después de vencer la corriente y depositar su semilla.
A 100 metros bajo el mar
los atunes emprenden su partida hacia las aguas tibias
A 1000 metros bajo el mar
el delfín se prepara para subir y saltar.
A imprecisos metros la fragilidad humana se ahoga.
Cada quien con su destino y a su hondura…
Un gran volumen de mí debe ir a las profundidades
para poder seguir a flote.
DULCE OFICIO
Amado insecto,
es justo reconocer por fin tu humilde trasegar.
Exótico eres, amante fiel y dedicado.
Hay tanto poder en tus alas y no te ufanas de nada.
En ese volar repleto de polen, ciego de colores,
bajo el influjo de la luz perenne,
con la cabeza acalorada aterrizas justo en el placer.
El néctar de la vida reposa en tu bendito vientre.
El equilibrio es el derrotero de tus días, dulce oficio,
guiado por olores que te arrullan hacia las amapolas,
petunias, girasoles,
malvas, caléndulas y geranios.
Sé muy bien que amas la hierba, hela aquí fresca y silvestre.
Te he visto jugar entre la menta, el romero, y la albahaca,
llegar a las celdas acarameladas para tu deleite.
¡Oh dulce oficio, tan poco valorado!
Ven a mi jardín, abejorro solitario.
Te haré descansar del peso del cosmos,
del silencio hipnótico de tu zumbido.
Dame tu miel y a cambio te ofrezco mi melífera flor,
abeja silvestre,
La naturaleza se inclina ante tu noble y perfecto oficio.